Miami, algo más que sol y playa

Miami

Miami, algo más que sol y playa

PH: MACHBEL

 

La ciudad más grande del sur de los Estados Unidos, Miami, es de sobra conocida por las persecuciones en lancha de «Corrupción en Miami«, las mansiones de los famosos y la justicia que imparte Horatio Caine de «CSI: Miami«.

 

 

Antes de ir a Miami, creía que aquello no era más que una larga playa llena de mansiones, calles y edificios por doquier, sin mucho más atractivo que el clima semi-tropical y las largas playas. Nada más aterrizar en el aeropuerto, con sus jardines de palmeras y sonando música caribeña, empezó a cambiar poco a poco mi idea sobre la ciudad.

 

 

El primer destino fue Miami Beach, una larga franja de tierra entre el océano y la propia Miami, donde está la zona turística y fiestera, encabezada por Ocean Drive, la calle con más discotecas y locales para disfrutar de la noche. A base de bailes latinos, empecé a ver que esta zona era más una colonia caribeña que un estado norteamericano. Estoy seguro de que los hispanohablantes eramos muchísimos más que los únicamente angloparlantes. Así fue que durante una semana hablé casi exclusivamente en español, y lo más sorprendente fue que a todo el mundo le gustaba mi ausencia de acento y lo correcto que sonaba mi castellano comparado con el de Costa Rica o Cuba.

 

 

Tras la fiesta, que hay mucha en Miami Beach, y de un estilo parecido al de España, tocaba recorrer algunos lugares más «serios». Lo primero, el distrito Art Decó, que de noche es la zona de fiesta, y de día es como un Benidorm con hoteles bonitos. Muchas fachadas blancas y colorido, le dan a Miami Beach un estilo característico más allá del de destino de vacaciones. Por aquí también está la casa de Gianni Versace, donde murió trágicamente, y hoy convertida en lugar de peregrinación.

 

 

Toda esta zona es muy pintoresca, contando incluso con una especie de casco antiguo repleto de tiendas en Lincoln Road, donde descubrí la galería del fotógrafo de paisajes Peter Lik.

 

 

Un poco más al norte, visité el Holocaust Memorial, un monumento en memoria de los seis millones de víctimas judías de la segunda Guerra Mundial. Un lugar que impresiona, y que no entiendo muy bien que hace en Miami, pero parece ser que la ciudad apoyó el proyecto desde el principio y decidieron instalarlo aquí.

 

 

Continuando rumbo norte por Miami Beach, es todo una sucesión de grandes hoteles, mansiones a orillas de los canales y muchas residencias privadas. Un buen lugar para vivir en tranquilidad, pero bastante aburrido de visitar, más allá de por ver algo diferente. Hay varios parques naturales, como el de Olite River, ideal para desconectar algo de la ciudad, pero que no ofrece nada destacable comparado con los de Biscayne Bay, al sur.

 

 

Cruzando alguno de los innumerables puentes para pasar a Miami, recorrí un poco de la ciudad principal, parando primero en el Antiguo Monasterio Español. Una sucesión interminable de casas residenciales, grandes avenidas y autopistas fue la nota predominante, hasta llegar al sur, donde ya había algo diferente, con zonas de esparcimiento al lado de la bahía, estadios, centros de convenciones, la mansión Vizcaya y un poco más de espacios públicos. Más al sur aún, volvían las residencias privadas, y era imposible acercarse a las playas, pues eran privadas.

 

 

En resumen, una ciudad para vivir, que no tiene grandes atractivos turísticos más allá del de una gran ciudad norteamericana. Menos mal que hay una gran cantidad de parques naturales al lado de la costa, el ambiente tropical y fiestero está siempre presente, y tenemos los cayos de Florida y Key West al lado.

 

 

 

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